jueves, 21 de enero de 2010

Peluquería

Todos necesitamos cortarnos el pelo, algunos un poco antes, otros un poco después, pero todos en algún momento de nuestra vida; por eso no debería sorprender que Marquitos también tuviera que atravesar por esa experiencia aterradora donde una parte de uno mismo es arrancada del resto para no volver a verla jamás y acabar en la basura junto con la tierra de la peluquería.

Cuando desistimos de llevarlo a la peluquería (gritos, caprichos y llantos de por medio) mi mamá decidió comprar una maquinita y cortarle el pelo ella.
Aunque sigue llorando, al estar en mi casa y no en un ambiente extraño sentado en una silla alta y con una bata de plástico, apenas termina de cortarle el pelo podemos bañarlo y darle una golosina para que deje de llorar (o estaba mal??)

Bueno, entonces cierro esta ¿nota? ¿post? lo que sea recomendando sobremanera cortarles a los niños el pelo en su propia casa (si es que se puede y no se tiene a su disposición un peluquero copado) para ahorrarles una experiencia desagradable y unos berrinches que pueden durar varias horas.